WASHINGTON – La gran pregunta que se hacen muchos funcionarios y expertos en relaciones internacionales en esta capital es si la recientemente reelecta presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dará pasos sustanciales para mejorar sus deterioradas relaciones con Estados Unidos durante su segundo mandato. Muchos de ellos son escépticos de que eso ocurra.
A pesar de un comunicado de Rousseff, tras recibir una llamada de felicitación del presidente Barack Obama el martes, referente a que ambos líderes tomarán “todas las medidas posibles” para mejorar las relaciones bilaterales y de que sus respectivas cancillerías comenzarán conversaciones para reprogramar una previamente cancelada visita de Rousseff a la Casa Blanca “en el momento adecuado”, pocos en Washington están esperanzados de que se produzca una mejora sustancial en las relaciones bilaterales.
El motivo principal que citan los expertos es que la actual política exterior de Brasil es manejada por el ala izquierda del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), más que por la presidenta. Y, tal como lo denunció la oposición brasileña durante la campaña electoral, el ala izquierda de ese partido prioriza las relaciones con Venezuela, Argentina y otros países con gobiernos de izquierda más que mejorar los lazos con Washington. Pocos prevén que eso cambie en el futuro próximo.
Rousseff, que ganó las elecciones del domingo con un apretado 51.6 por ciento de los votos, centró su política exterior durante su primer mandato en reforzar los bloques diplomáticos y comerciales sudamericanos, especialmente el MERCOSUR.
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