(Foto: Eraldo Peres – AP)
Hay un dato interesante que ha llamado poco la atención, pero que dice mucho sobre la pérdida de influencia de los países “bolivarianos” de América Latina: el gobierno de la presidenta brasileña Dilma Rousseff se está cayendo, y la UNASUR no ha logrado convocar una cumbre regional para apoyarla.
Rousseff sufrió un golpe potencialmente fatal esta semana cuando el partido centrista PMDB del vicepresidente Michel Temer salió de la coalición gobernante, dejando al Partido de los Trabajadores de Rousseff con una minoría en el Congreso y allanando el camino para un juicio político contra la presidenta. Rousseff ha descrito el intento de juicio político en su contra como un “golpe a la democracia”.
El presidente boliviano Evo Morales pidió el 19 de marzo una cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en Brasilia para “defender” a Rousseff. Venezuela y Ecuador apoyaron la propuesta, denunciando un posible juicio político en Brasil como un supuesto “golpe” judicial y mediático contra Rousseff.
¿Y qué pasó? Absolutamente nada. Después de varios días de llamadas telefónicas entre los cancilleres de los países miembros de UNASUR, la propuesta del presidente boliviano de convocar una cumbre de presidentes de UNASUR fue reducida a una propuesta de reunión de cancilleres, y luego fue abandonada por completo.
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