Lo más preocupante del primer debate de los principales aspirantes republicanos no fueron las declaraciones escandalosas de Donald Trump sobre México y los mexicanos, sino el hecho de que ninguno de sus nueve contendientes tuvo el valor de confrontarlo con argumentos contundentes en defensa de los inmigrantes y en contra del racismo.
Incluso el ex gobernador de la Florida Jeb Bush y el senador Marco Rubio — que tomaron cierta distancia de las declaraciones de Trump — parecían esforzarse por no desafiar demasiado enérgicamente la demagogia populista de Trump, que culpa a la inmigración ilegal y a México de gran parte de los males de Estados Unidos.
Trump repitió sus afirmaciones anteriores de que Estados Unidos está siendo inundado con inmigrantes indocumentados, y que México está enviando a narcotraficantes, criminales y violadores a Estados Unidos. En rigor, el número de indocumentados ha caído significativamente en los últimos años, y la enorme mayoría de los inmigrantes mexicanos son personas de bien.
Cuando el moderador, Chris Wallace de Fox News, le preguntó a Trump si tiene evidencias de que México está “enviando” delincuentes, Trump evadió la pregunta. Cuando Wallace lo presionó, Trump dijo: “La patrulla fronteriza … la gente con la que trato, con los que hablo, ellos dicen que esto es lo que está pasando”. Trump no dio un solo nombre, ni estudio, para apoyar su afirmación.
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