(Foto: Pablo Martinez Monsivais – AP)
El Presidente Obama sedujo a muchos argentinos al bailar tango —bastante bien, por cierto— durante su visita a la Argentina, pero es probable que su viaje sea recordado por algo mucho más importante: marca el probable comienzo de un nuevo ciclo menos antagónico y más pragmático en las relaciones entre Latinoamérica y Estados Unidos.
Por diseño o por suerte, Obama podría terminar su mandato en enero del año próximo con una América Latina muy diferente a la región con que se encontró hace siete años, cuando estaba dominada por gobiernos populistas autoritarios anti-estadounidenses.
Ahora, Argentina tiene un nuevo presidente, Mauricio Macri, que le dio a Obama una cálida bienvenida en Buenos Aires. En Brasil, Venezuela, Bolivia, y Ecuador están soplando vientos de cambio, como lo demuestran las recientes elecciones legislativas en Venezuela, el referendum en Bolivia, y el proceso de juicio político contra la presidenta de Brasil.
Irónicamente, Obama se encuentra al final de su mandato con una Latinoamérica más amigable a pesar de que nunca le prestó atencion especial a la región. Por el contrario, Obama designó a Asia como el “eje” de su política exterior. Cuando lo entrevisté por primera vez durante la campaña presidencial de 2007, me admitió que nunca había visitado la región, y no pudo mencionar el nombre de ningún presidente latinoamericano de ese momento.
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