(Foto: Dado Galdieri ASSOCIATED PRESS)
No es de extrañar que el presidente boliviano Evo Morales sea llamado burlonamente “Ego” Morales por sus críticos: acaba de construir un museo de $7.1 millones para glorificar la historia de su vida. Y puede que ese sea uno de sus actos de auto-glorificación menos escandalosos.
Morales, un populista autoritario que fue elegido en 2005, presidió personalmente el 2 de febrero la inauguración de su museo en su remota aldea natal de Orinoca. El edificio se llama Museo de la Revolución Democrática y Cultural, pero todo el mundo en Bolivia lo conoce como “el museo del Evo”.
El edificio modernista, construido con fondos del gobierno, exhibe una estatua de tamaño natural de Morales, retratos con líderes mundiales, doctorados honorarios de varias universidades –a pesar de que nunca terminó la escuela secundaria–, camisetas de fútbol de su colección, y recuerdos de su niñez, como la trompeta que tocaba de joven.
Es el “museo más grande y moderno” de Bolivia, según dijo la ministra de Cultura, Vilma Alanoca, Morales inauguró el museo con lágrimas en los ojos, proclamando que “Esta fecha marcará la historia. Este museo es patrimonio de los que lucharon por la liberación de nuestro pueblo”.
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