(Foto: Alexander F. Yuan AP)
Los políticos suelen anunciar grandiosas obras públicas que nunca llegan a concretarse, pero el presidente nicaragüense Daniel Ortega debería ingresar al Libro Guinness de récords por haber prometido uno de los megaproyectos más ambiciosos y surrealistas del mundo que probablemente nunca verán la luz del día.
Hace cuatro años, Ortega hizo titulares en todo el mundo al anunciar que una firma china construiría un canal interoceánico de $40,000 millones en Nicaragua, que competiría con el Canal de Panamá y convertiría a Nicaragua en una línea oceánica clave a nivel mundial. En una acción que parecía sacada de una novela de realismo mágico de Gabriel García Márquez, Ortega ordenó a su bancada mayoritaria en la Asamblea Nacional que aprobara una “ley especial” que básicamente transfería la soberanía nacional por 50 años –con una opción de ser extendidos por otros 50 años– a un entonces misterioso empresario chino llamado Wang Jing.
La ley del 13 de junio de 2013 otorgaba a la compañía de Wang, HKND, una concesión exclusiva para construir un canal interoceánico y siete proyectos relacionados, incluyendo puertos, aeropuertos y centros turísticos. La ley nicaragüense fue aprobada en cuestión de días, sin un referéndum ni un debate nacional.
La ley aseguraba que el Canal de Nicaragua haría crecer el producto interno bruto de Nicaragua en un 15 por ciento en 2016 y generaría más de 550,000 empleos directos e indirectos. Laureano Ortega, el hijo de 27 años del presidente, un cantante de ópera y asesor gubernamental, fue nombrado como el enlace del gobierno con HKND.
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Etiquetas: Canal de Nicaragua, Nicaragua