Las negociaciones del presidente Barack Obama con Cuba para normalizar las relaciones entre ambos países han generado gran entusiasmo en círculos empresariales, y casi no pasa día sin noticias sobre grupos de inversionistas, abogados y emprendedores estadounidenses que llegan a la isla. Sin embargo, me temo que muchos de ellos van a perder hasta la camisa.
Una mirada desapasionada a la realidad de Cuba muestra que, a pesar de la excitación causada por la decisión de Obama de retirar a Cuba de la lista de países promotores del terrorismo, que abrirá el camino para que la isla pueda obtener préstamos internacionales, Cuba es — y seguirá siendo por un buen tiempo — uno de los países más atrasados de América Latina.
Es cierto que la apertura de Obama hacia Cuba es, en general, una buena idea. Y también es cierto que habrá algunas oportunidades de negocios en la industria del turismo. Pero el alcance de estas oportunidades será mucho más limitado de lo que Obama nos quiere hacer creer en su afán por convertir a Cuba en una victoria política que ayude a eclipsar los fracasos de su gobierno en Iraq, Siria, y Ucrania. Fíjese en los hechos:
En primer lugar, el ingreso nacional per cápita de Cuba es de $5, 800 al año, casi tres veces menos que el ingreso per cápita de Chile, y muy por debajo de la media de $9, 500 anuales de América Latina, según cifras del Banco Mundial.
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Etiquetas: Andres Oppenheimer, Cuba, Obama, USA