Los presidentes latinoamericanos reiteraron en la sesión inaugural de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) su exigencia de que se reforme el Consejo de Seguridad de ese organismo internacional para dar mayor representación a las potencias emergentes. Pero lo más probable es que no lo logren, en parte por su propia culpa.
En teoría, tienen razón en pedir que el Consejo de Seguridad de la ONU sea ampliado. Señalan acertadamente que desde la creación de la ONU en 1945, el número de países integrantes ha crecido desde 51 a 183, y muchos países en desarrollo se han vuelto mucho más importantes que antes.
El Consejo de Seguridad, que es el órgano más poderoso de la ONU, está constituido actualmente por cinco miembros permanentes con poder de veto —China, Rusia, EEUU, Francia y el Reino Unido— y 10 miembros no permanentes que son elegidos por dos años y no tienen poder de veto.
Es hora de que las grandes economías emergentes como Brasil, India y Sudáfrica tengan bancas permanentes en el Consejo, dicen los países en desarrollo.
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