(Foto: Evan Vucci – AP)
De todas las razones para preocuparse sobre la política exterior de un potencial gobierno de Donald Trump, aparte de su personalidad errática e impulsiva, una de las más inquietantes sería los conflictos de intereses que tendría el candidato republicano por sus inversiones en muchos países, y sus deudas a bancos extranjeros.
Es cierto que hay muchos otros motivos de preocupación, como el hecho de que Trump sería un presidente ideal para los terroristas del Estado Islámico, ya que uniría a todo el mundo musulmán en contra de Estados Unidos. Pero el problema más inmediato sería que Trump podría ser objeto de más presiones y chantajes externos que ningún otro presidente en la historia reciente de Estados Unidos.
Esto se debe a que, a diferencia de sus antecesores en las últimas cinco décadas, Trump dice que de ser electo no creará un fideicomiso ciego para administrar su fortuna. En su lugar, Trump dice que si es electo, entregaría el manejo de su imperio empresarial a sus hijos, como si impidiera que los 22 países en los que tiene hoteles, campos de golf y otras inversiones pudieran influir en la Casa Blanca o usar sus vínculos comerciales para pedir favores especiales.
“Voy a tener mis hijos y ejecutivos administrando la empresa, y no voy a hablar [de negocios] con ellos”, dijo Trump a Fox News el 15 de septiembre. ¿En serio? ¿Se supone que debemos creerle que durante los cuatro años de su potencial presidencia no hablaría de negocios con sus hijos que están entre sus más cercanos asesores políticos?
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Etiquetas: Donald Trump, Elecciones Presidenciales EEUU 2016