(Foto: Charlie Riedel – AP)
A juzgar por las malas noticias económicas y políticas que han empañado las Olimpiadas de Río de Janeiro, lo mejor que podría pasarles a muchos países que se postulen como sedes de futuras Olimpiadas sería no ser escogidos, y ahorrarse un montón de dinero.
No es extraño que el 63 por ciento de los brasileños opinen que las Olimpiadas, las primeras en realizarse en Sudamérica, dejarán más saldos negativos que positivos para Brasil, según una encuesta de Datafolha. Casi todo lo que podría salir mal ha salido mal.
Las Olimpiadas comienzan en medio de la peor crisis económica y política de Brasil en los últimos tiempos. Se espera que la economía caiga en casi un 4 por ciento este año, y un megaescándalo de corrupción política ha resultado en la suspensión de la ex presidenta Dilma Rousseff y en cargos contra su predecesor Luiz Inacio Lula da Silva, y varios legisladores y líderes corporativos.
Como si fuera poco, la policía anunció recientemente el arresto de un grupo de partidarios del Estado Islámico que planeaban un ataque terrorista, hay alarma sobre los mosquitos portadores del virus zika, la bahía de Río de Janeiro está tan contaminada que muchos han pedido suspender las competencias acuáticas, y muchas instalaciones construidas para las Olimpiadas no estaban listas para la inauguración de los juegos.
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