(Foto: Lauren Hurley – AP)
Estoy acostumbrado a escribir sobre países latinoamericanos que todavía no han decidido dónde insertarse en el escenario mundial. Pero tras una visita al Reino Unido, nunca pensé que vería a uno de los países más desarrollados del mundo tan a la deriva como la Gran Bretaña de hoy.
Durante una visita de cuatro días, escuché más de media docena de propuestas –radicalmente diferentes entre sí– sobre quienes deberían ser los nuevos socios comerciales de Gran Bretana tras su voto del 23 de junio por el Brexit, como se conoce su decisión de abandonar la Unión Europea (UE).
Como en el juego de las sillas musicales, los británicos están buscando desesperadamente una silla vacía para negociar acuerdos de libre comercio con otras partes del mundo antes que la música se detenga (y Donald Trump u otros populistas y aislacionistas cierren la puerta a nuevos acuerdos comerciales).
El 11 de julio, el ministro de Finanzas británico, George Osborne, quien renunció tras el nombramiento de la nueva primera ministra Theresa May, propuso que Gran Bretaña se una al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). “Debemos comenzar a negociar ahora con Estados Unidos y otros miembros del TLCAN”, escribió Osborne en The Wall Street Journal.
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Etiquetas: Brexit, Gran Bretaña