Parece un chiste, pero no lo es: Venezuela, un país con una alarmante escasez de alimentos, donde la gente tiene que hacer largas colas para encontrar leche, harina o carne, acaba de recibir un premio de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) por sus supuestos logros en la lucha contra el hambre.
Cuando leí la noticia, y las declaraciones del presidente venezolano, Nicolás Maduro, vanagloriándose del premio, mi primera reacción fue pensar que lo había inventado. Después de todo, Maduro ha dicho que se comunica con el fallecido presidente Hugo Chávez a través de un pajarito, y afirma que Venezuela — que tiene la inflación más alta del mundo y la economía que menos crece de América Latina — es un modelo económico para el resto del mundo.
Pero tras una entrevista telefónica con un funcionario de alto rango de la FAO, me enteré de que —efectivamente — la agencia de la ONU había otorgado el premio a Venezuela y otros 71 países en una ceremonia durante la 39ª Conferencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, celebrada en Roma la semana pasada.
Maduro, así como la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, otra de las beneficiarias de estos galardones, hicieron una fiesta propagandística de sus premios de la FAO. Los medios de comunicación oficiales de ambos países casi ni mencionaron que la FAO también premió a Brasil, México, Chile, Uruguay, Perú, Nicaragua, Costa Rica, la República Dominicana y varios otros países.
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Etiquetas: Andres Oppenheimer, FAO, Premio a Venezuela