Un viejo chiste sobre la corrupción en América Latina que está circulando por internet dice que funcionarios de varios países tuvieron que contestar la misma pregunta: “Honestamente, ¿cuál es su opinión sobre el problema del hambre en el resto del mundo? ”.
El funcionario suizo, asombrado, respondió: “¿Hambre? ¿Qué significa hambre?”. El funcionario cubano, igualmente perplejo, contestó, “¿Opinión? ¿Qué significa opinión?”. El funcionario estadounidense dijo “¿El resto del mundo? ¿Qué significa el resto del mundo?”. Y el funcionario argentino dijo: “¿Honestamente? ¿Qué significa honestamente?”.
La broma me vino a la mente al leer un nuevo libro titulado “La riqueza pública de las naciones”, de los autores suecos Dag Detter y Stefan Folster, que propone una manera audaz para luchar contra la corrupción: la creación de Fondos Nacionales de Riqueza — como los que existen en Singapur y Austria — para evitar el uso discrecional de los bienes del Estado por parte de funcionarios gubernamentales.
Es una idea que valdría la pena explorar en América Latina, donde los escándalos de corrupción que involucran a empresas estatales y funcionarios públicos o sus parientes están en las primeras planas de Brasil, Argentina, México, Perú, Honduras, Guatemala, Panamá e incluso Chile, considerado durante mucho tiempo como el país menos corrupto de la región.
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Etiquetas: América Latina, Andres Oppenheimer, corrupción