(ERIC FEFERBERG AFP/GETTY IMAGES)
La reacción oficial de Venezuela, Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos ante el ataque terrorista perpetuado por radicales islámicos contra la revista francesa Charlie Hebdo fue débil, por no decir vergonzosa: condenaron el derramamiento de sangre, pero sin denunciarlo como un asalto a la libertad de prensa.
Horas después del ataque del 7 de enero contra la revista de sátira francesa, que dejó un saldo de 12 muertos, el presidente venezolano Nicolás Maduro emitió un comunicado en el cual expresó que “condena enérgicamente el ataque terrorista”.
Del mismo modo, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, el presidente boliviano Evo Morales y el presidente ecuatoriano Rafael Correa emitieron declaraciones similares condenando los asesinatos, pero sin mencionar que el ataque tenía como propósito silenciar una voz crítica, e intimidar a los medios de comunicación occidentales para que se auto-censuren ante el tema del Islam.
“Fue una respuesta tibia”, me dijo el ex canciller argentino Dante Caputo en una entrevista telefónica, refiriéndose a la reacción del gobierno argentino. El gobierno de Fernández de Kirchner emitió un “comunicado estándar de la cancillería, como los que se usan para todos estos casos”.
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